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Dos veces "FIN"

Hoy desperté a las once de la mañana. La razón por la que comento el dato pedestre es porque esto nunca ocurre, y muchísimo menos durante un día de trabajo. Pero sucede que ayer caí en cuenta de que entregué mi sexto libro, y de que este año publicaré dos: la novela "Conticinio" en septiembre y mi primera obra de no ficción, "Isabel" en noviembre.


Ya era de noche cuando envié el enlace de "Isabel" al grupo de personas que está ahora leyendo, comentando y editando el manuscrito. Entonces hice la cuenta, con los dedos, como si fuera una niña. La hice dos veces. Salí corriendo hasta donde estaba Radamés y le dije: "¡Acabo de darme de cuenta de que entregué mi sexto libro!".


Me embarga la emoción y la incredulidad en igual medida. "Conticinio" siempre estuvo en planes para el 2025 desde que lo empecé a escribir hace un año, pero "Isabel", un proyecto de antropología histórica complejo, fue una sorpresa.


Llevo casi una década viendo cómo un grupo de voluntarios y discípulos cercanos a Isabelita Rosado Morales  se dieron a la tarea de recopilar, digitalizar, transcribir, organizar y analizar innumerables documentos sobre ella. Llevo, además, años estancada con el esquema y un tercio de adelanto en el manuscrito, y es que los retos de escribir sobre las mujeres invisibilizadas de nuestra historia no son tarea fácil. Hay que escarbar con las manos.


Nunca dudé que terminaría el libro, si bien no sabía cuándo. Pero llegó un día en que todas las piezas cayeron en su lugar, gracias a otras dos mujeres que saben el valor de honrar y recordar a otras. "Isabel" jamás hubiera visto la luz sin el trabajo de documentación histórica de la admirada Rita E. Zengotita y, de parte de Editorial Vena Creativa, el impulso, el apoyo y la inspiración que me impartió Zaida Vazquez. Zaida logró sacudirme el desgaste emocional que a veces dejan los proyectos que se extienden por muchos años, y me hizo ver que la historia de "Isabel" es ahora más relevante que nunca. Gracias eternas a ambas.


Gracias, en especial, a Radamés Rosado, por la amplia libertad que me dio para contar la historia de mujer que lo crió, que lo influenció y que lo hizo quien es hoy día. Cuando ya estaba lista para reabrir el manuscrito y terminarlo, le consulté: "Te ofrezco dos opciones: puedo escribir una biografía de la forma tradicional... o puedo contar la historia de Isabel". Sin titubear, escogió lo segundo, y eso hice.


Así que por eso me desperté hoy a las once, y por eso estoy de celebración. Porque escribir FIN en un manuscrito siempre es motivo de felicidad, pero hacerlo dos veces en un año, es un milagro que solo se alcanzó gracias a la pulsión de Isabel, desde donde esté, todavía dando dirección y guía.

¡Nos vemos en septiembre y en noviembre!

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