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Silencio e histeria

Writer: Ada TorresAda Torres

Mi aterrizaje en la realidad después de una larga temporada lejos no ha podido ser más convulso. No sorpresivo; más bien predecible, como un libreto mediocre que ya la humanidad leyó, pero que no por ello deja de ser estremecedor. 


Desde que llegué de vuelta a este hervidero de incertidumbre y miedo (es decir, nuestro estado normal, pero agravado por una “novedad” que en realidad no lo es), mi insustancial estrategia ha sido alejarme de las redes sociales, no ver televisión (irónico, lo sé), evitar noticias, y saltarme o esconder las voces más estridentes que se lamentan y braman a favor o en contra de lo que—ellos en el norte, y nosotros en el sur—escogieron para el futuro. Es decir, mi plan en una semana ha sido esconder la cabeza en la arena como el avestruz. Entonces, recordé que ese dato del avestruz es un mito nacido de una ilusión óptica cuando, en antaño, la gente los miraba de lejos.

No existe un escape.

No hay dónde esconder la cabeza y no ver el espectáculo de decadencia humana que se nos viene encima. Es lo que es, y no hay cantidad de berrinches y posts en las redes que vayan a mover la realidad ni un milímetro. 


Sé que la pasividad ante lo inaudito, allá y acá, no es la respuesta… pero la autoflagelación repetida y vacua por otros cuatro años inevitables tampoco lo es. Es energía valiosa pero perdida, mal dirigida, desperdiciada que se estrella contra el deseo incomprensiblepero muy real de la mayoría de la gente que decidió nuestro futuro inmediato.


Tanto en el país del norte como en nuestra isla del sur, la gente acudió a votar con los ojos y los lápices bien afilados. Aquí no hay espacio para cantar sorpresas ni novedades. Se trata de una historia de demencia y crueldad que ya vivimos, ya sufrimos, y lo que es más, ya está anunciada con bombos y platillos para este nuevo capítulo, apoyada por los votos de muchos de nuestros propios hermanos y hermanas en la diáspora, que ante el insulto de “basura”, respondieron con un: “Sí, como no. Muchas gracias”. 


Acá, el panorama era igual de predecible. Hasta existe un libro que detalla la historia y el carácter de la nueva mandataria como características que ha albergado siempre. Ver la sorpresa de la gente me deja lela. Es como ir a ver una película de horror y luego quejarse porque era muy cruenta. 


Dentro de la queja continua, del lamento ya inútil, de la pataleta mediática en ciclos continuos, de la indignación y el miedo, tendemos que encontrar cómo vivir. Vamos a tener que buscar, en la sabiduría del silencio interno, cómo dirigir nuestras energías hacia acciones puntuales que aporten en algo, más allá del desahogo personal momentáneo. En medio del torbellino interno y de la bilis amarga no se encuentran las soluciones ni la paz que este país necesita desde hace mucho. 


Me pesa el corazón, pero de un modo distinto a hace cuatro u ocho años, cuando yo misma estaba montada en esa ola estridente de indignación. Estos tiempos demandan cavilar, pero de verdad, aportar desde lugares más profundos y efectivos que no sea la gritería que alimenta a las mismas bestias que se quieren combatir. Es ahora que a los escritores, maestros, periodistas genuinos e íntegros, pensadores, historiadores, artistas, lideresas comunitarias, y tantos otros y otras, nos toca combatir con el pensamiento profundo y con la educación, porque solo educando saldremos de esto. Y eso, en sí mismo, ya es una lucha titánica ante nuevas generaciones que han perdido la capacidad de sostener la atención en algo por algún tiempo, y de desarrollar la comprensión de lectura y de ideas, tragados por un mundo digital que ha destruido la imaginación y el procesamiento y discernimiento de información.  


Esa es una buena trinchera de lucha con tentáculos capaces de abarcar todo... de abrazar y sanar el futuro. Parece un tanto irónico que un cantante de música urbana se haya dado cuenta de esta estrategia antes que el mismo sistema de educación que nos rodea. Ese es el lugar efectivo desde donde resistir. Quizás, el único que funcionará a largo plazo.


Madrid, enero 2025

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