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Veinte años en las urnas no son nada...


En nueve meses pariremos otra elección general con pitosina.

Será nuestra elección número veinte desde 1948. Veinte intentos. Veinte veces marcando cruces de grafito con lápices endebles que olvidan promesas en cuanto dibujan la cruz. Y aquí estamos….como estamos.

Pero como la esperanza no muere, me atrevo a sugerir que en estos nueve meses demos una mirada al récord electoral que cargamos. Y aquí no estoy hablando ni siquiera de partidos o gobiernos específicos, porque en este caos actual que vivimos, hay generaciones enteras de políticos que contribuyeron con entusiasmo a la causa.

Podríamos, por ejemplo:

1- Ser selectivos con lo que escuchamos, y elegir medios de comunicación (¡que los hay!) y personas capaces de hacer análisis serenos, lejos de la procacidad y violencia electorera que solo busca atraparnos como porcentaje de audiencia.


2-Darnos cuenta de que la atención obsesiva (y un poco absurda) a nimiedades inconsecuentes, como peleas fratricidas por candidaturas, partos, compromisos, bodas y bautizos NADA tienen que ver con las elecciones, pero sí tienen MUCHO que ver con la distracción de los problemas serios que tenemos que resolver como pueblo y el deseo de muchos medios (no todos) de obtener un clic rápido en las redes o el rating. Y esas distracciones nos saldrán caras, muy caras en 2025.


3- Preguntarnos si es hora de repensar eso de votar a base de una tradición familiar impuesta, y recordar que somos seres pensantes con poder para decidir por nosotros y nosotras mismas.


4- Decidir qué es fundamental en nuestras vidas y, en vez de “rajar” papeletas como si estuviéramos en 1948, votar por gente, de cualquier partido, que defienda con honestidad lo que es importante para ti.


5- Dedicar un ratito, de ese que se pasa perdiendo el tiempo con memes y scrolling, a leer sobre la trayectoria e historial de su candidato o candidata, que encuentra fácilmente con dos clics en Google.


6- Darnos cuenta de que en (casi) todos los partidos hay gente buena, con ganas de hacer y luchar por Puerto Rico, y que también en todos hay quienes llegan solo a servirse y a romper el tejido de nuestra frágil salud mental y física, porque se fortalecen estratégicamente y económicamente de ese caos.


7- Podemos mirar a nuestro alrededor y ver la falta crítica de servicios médicos, y de tantas cosas básicas y pedir soluciones concretas en vez de conformarnos con slogans de campañas y generalidades.


8- Podemos recordar que ya no vivimos en una democracia, sino en una isla regida por una Junta por la que no votamos. Entonces, las migajas administrativas y de trámites que pueden realizar nuestros políticos por mejorar nuestras vidas, tienen que caer en las manos más éticas y capaces para hacer de tripas corazones. Ahora más que nunca.


8- Y por último, podíamos dejar de jugar a hacernos las víctimas, y aceptar nuestra propia responsabilidad ciudadana. Nos conocemos, y los conocemos a ellos muy bien. Sabemos por qué, y gracias a quién estamos aquí. Esa amnesia electoral que nos da cada cuatro años nos está matando como la nicotina al fumador.


¿Ya sufrimos suficiente… o seguimos?

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